CONTUSIÓN CARDÍACA

Anoche una tormenta de angustia

inundó mi mente;

el grito de mi corazón,

exaltado, retumbó en la habitación.


Se manifestó una sombra

más negra que la oscuridad.

¡Era tu recuerdo!

Acechando el borde de mi lecho.


Se convirtió en un íncubo

que se montó sobre mi cuerpo,

paralizado y frío.

Me embistió salvajemente

y devoró mi alma a besos.


Desperté sudando tu aroma,

balbuceando tu nombre,

rehusándome a olvidarte,

como un ente embrujado

que ha perdido la voluntad.




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