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Mostrando las entradas de junio, 2025

Pizza Monjes Adoradores

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  En Apulco, Jalisco, los Monjes Adoradores preparan pizzas para sostener sus gastos. El cronista local asegura que son exquisitas, casi celestiales. Lo inquietante es que Apulco es un pueblo fantasma... ¿quiénes, entonces, son sus clientes? ¿Forasteros de paso... o los espíritus del lugar?

Apango, Jalisco.

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  En 2018 hicimos un viaje a Apango, Jalisco, con el propósito de explorar los territorios que habitan las obras de Juan Rulfo. Aquella vasta serranía —hermosa, imponente, abismal— daba la impresión de transportarnos al pasado. Llegamos a una comunidad silente, detenida en el tiempo. Encontramos una tiendita que parecía un verdadero museo de la nostalgia: anuncios de los desaparecidos pastelitos Flipys, publicidad desactualizada, colores de otro tiempo. Mis amigos exclamaron de emoción al descubrir que ahí aún vendían cigarros Raleigh. Compraron unos para fumar y decían que sabían a humedad y a viejito rancio, pero la alegría del hallazgo fue tal que no impidió que se los fumaran por completo.  Yo, fiel a mi costumbre, compré una coquita en envase de vidrio para refrescarme. La señora la sacó de esas antiguas hieleras grandes y blancas, con puertas rojas, que aún conservaban el destapador a un costado y el contenedor para las corcholatas. Me froté la botellita en la sien para ...

Tres amigas rumbo a Manzanillo

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  Eran vacaciones de Semana Santa. Hacía tanto calor que me daban ganas de salir a la calle sin ropa. Pero qué vergüenza, ¿no? Así que decidí organizar un viaje con mis amigas Yunuen y Claudia. Les hablé por teléfono y, como buena conspiradora de travesuras, les propuse irnos a la playa de Manzanillo: tres días, cuatro noches, nosotras solas... a la aventura. Cuando llegó el día de la partida, en la nueva central camionera, Claudia llevaba comida como para sobrevivir un mes, y un salvavidas tamaño jumbo que apenas y cabía en el camión. Yunuen cargaba cuatro maletas repletas de ropa y una gran canasta llena de lonches calientitos, que hacían que el interior del autobús oliera a garnachas de fonda de la Calzada. Yo solo llevaba una vieja mochila con tres cambios de ropa, bloqueador solar, doscientos pesos, una barra de chocolate y una ánfora de Tonayán. Emocionadísimas, ya íbamos imaginando las aventuras que nos esperaban en Manzanillo. ¡Y resulta que la primera de todas sucedería ah...